!!!!! CERETE AL DIA !!!!!
  OPINION
 

UNA COLUMNA CONSTRUCTIVA

 

Daniel Samper Ospina

Propongo que los ministerios de Agricultura y Comunicaciones se unan, porque finalmente los dos tienen que ver con Valerie Domínguez.

El teléfono sonó temprano y del otro lado de la línea oí la inconfundible voz de mi tía, la uribista.

- Ya no te leo -se quejó sin saludar siquiera-: Nunca propones nada. Sólo sabes hacer chistes ordinarios: le has dicho marrano al doctor Turbay; lora a Marta Lucía Ramírez; loba a Dilian Francisca; lagarto a Roy Barreras… ¿no te parece que hace rato te pasaste?

— Puede ser -reconocí con gallardía-: quizás no era necesario ofender a tantos animales.

— Y da la casualidad -siguió de largo, sin oírme- de que todos ellos son uribistas… Si más del 70 por ciento admiramos al Presidente, ¿no crees que el equivocado eres tú?

— Me perdonas -me defendí con dignidad-, pero estás equivocada: hace mucho tiempo me volví ya no uribista, sino furibista, como cualquier ministro. Puedo mostrarte la cicatriz en el cráneo y dejar que toques el pedazo que quedó todo blandito.

Y es verdad: hace ya un tiempo tomé impulso, me hice la cirugía, y heme acá, situado al fin del lado de los buenos, yo que antes no tenía amigos.

Sin embargo, las palabras de mi tía me llevaron a la reflexión. ¿Y si de verdad he ofendido a alguien sin darme cuenta, me pregunté. Eso explicaría que Junior Turbay no me haya saludado la última vez que nos encontramos en el Palacio del Colesterol. Sea el momento de ofrecerle excusas y expresarle que si alguna vez lo relacioné con un cerdo, aclaro que, primero, no fue con uno de cualquier raza, sino con el excelso cerdo ibérico; y, segundo, que sólo lo hice porque supe que ese sofisticado animal español gusta de alimentarse con bellotas, es decir, con mujeres muy bellas: al igual, se entiende, que el contralor.

Del otro lado de la línea mi tía me seguía ametrallando:

— ¿No has leído a columnistas que de verdad hacen país, como el doctor Rangel o el mismo Poncho Rentería? Escribirá bobadas sobre las peluquerías, pero es constructivo y reconoce las cosas buenas del gobierno -arremetió imparable-: ¿por qué no dijiste nada del premio que se ganó el ministro de Hacienda, por ejemplo?

— ¿Cuál es ese ministro? ¿El que tiene cara de retorcijón?

— Quedó de mejor ministro de Economía en toda Latinoamérica -respondió desafiante-. Y tú no dijiste nada.

— ¿Y quiénes eran los otros nominados? ¿El de Bolivia? ¿El de Venezuela? ¿El de Guyana?

Lo dije sin ironía. Sé poco de asuntos económicos. Soy de los que piensan que si el dólar baja es peor para él. Los números nunca fueron lo mío. En clase de cálculo alguna vez nos pusieron a sacar una matriz, y dejé estéril a mi compañera de trabajo.

Del otro lado de la línea mi tía no daba tregua:

 — Escribe más bien contra esos terroristas de la Universidad Nacional que secuestraron al rector -martilló-: todos eran antiuribistas, te lo aseguro.

— Es lógico: si uno ha ido a la universidad, lo normal es no ser muy uribista- concluí.

— El pobre rector estuvo encerrado en ese carro por más de seis horas…

— Y lo peor -aporté- es que parece que su celular no tenía juegos y el radio sólo agarraba los análisis de Rafael Nieto.

— Qué desperdicio el espacio que te dieron -alcanzó a decir antes de tirar el teléfono-: propón algo alguna vez. Deja de ser destructivo.

La llamada me dolió, lo reconozco. Es verdad que, a diferencia de Pedro Gómez, no tengo vocación constructiva. Ojalá fuera la terna para ser fiscal la que es inviable: es casi todo el país. Juan Manuel Santos parece que se echara delineador; un senador se llama Roy; el Procurador es lo que en el colegio se conocía como 'Lengua de sopa': ¿cree alguien que de verdad podamos salir adelante?

Sin embargo, al menos por esta vez me permito darle gusto a mi tía y hacer algunas recomendaciones que tejan sociedad, que construyan país, para que de las entrañas de la patria sigan brotando frutos preciosos como el mondongo, Armandito Benedetti y Jota Mario Valencia.

Propongo, pues, que se fusionen el Ministerio del Interior con el de Protección Social, por si es necesario volver a convencer a Yidis Medina de algo; que los de Agricultura y Comunicaciones también se unan, porque finalmente los dos tienen que ver con Valerie Domínguez; que el de Transporte se combine con la Selección Colombia, porque al fin y al cabo ninguno de los dos hace nada; y que el DAS se privatice y sea manejado por la ETB, para mejorar la calidad de las chuzadas telefónicas. Propongo limpiar el Congreso, o al menos comprarle un palillo a la doctora Dilian Francisca, toda vez que, como lo he advertido, el sano hábito del aseo bucal, que ella trabajaba pacientemente con la lengua, es admirable pero ruidoso; no permitir el ingreso de Poncho Rentería a las peluquerías, pero obligar al de Cecilia López y el canciller; agregar un articulito que le permita al Presidente quedarse en el poder hasta el día en que las familias millonarias que recibieron incentivos agrícolas los devuelvan: es decir, para siempre. Y darle de comer más bellotas a Junior Turbay.

Sé que no son aportes brillantes. Pero aún estoy convaleciente de la operación a la que me sometí y a veces me duele la cabeza.

Fuente: semana.com

 

UN CHICO PARA LA HISTORIA

 

Ernesto McCausland 

 

Le faltan tres centímetros para los dos metros de estatura, y en la mañana más gloriosa de su vida llevaba puesta una sudadera y unos zapatos tenis. Si no fuera por las gafas de pasta, gruesas y rectangulares, podría pasar por un jugador de baloncesto extraviado en un extraño mundo de académicos. Pero el aprendiz Fabio Castro no está extraviado. Eso queda claro cuando le otorgan la palabra en medio de la solemnidad del Teatro Heredia, frente a un auditorio en el cual se encuentran, entre otros refinados colombianistas, David Bushnell, de Harvard, y Malcolm Deas, de Oxford.

El chico no se arruga, ni aun ante la presencia de quienes han sido sus profesores en la Universidad Nacional. Por el contrario, toma el micrófono y dice en cuatro frases lo que ya había dicho en 32 páginas: el joven Castro, oriundo de Zipaquirá, con ese halo de desamparo que irradia desde su estampa de rascacielos, es uno de los tres ganadores del Concurso de Historias Locales, organizado por la Alta Consejería para la Celebración del Bicententario. En su ensayo, titulado 'Historia de una independencia; sociedad y poder local, Zipaquirá 1810-1816', Castro se muestra desafiante ante la historia convencional que se ha venido enseñando desde hace décadas en Zipaquirá y, en general, en Colombia. Asegura que las intervenciones de próceres como Bolívar fueron importantes, pero que hay otras figuras -anodinas y raizales- que merecen reconocimiento y cuyos nombres jamás han emergido en la formalidad de la cátedra. Se queja de que en su infancia supo de los seis mártires de Zipaquirá como si se tratara de señorones de la élite local, sin que nadie mencionara que uno de ellos, Juan Nepomuceno Quiguarana, era un simple sargento, y otro, Francisco Carate, un indígena muisca.

La erudición prematura de Fabio Castro es lo más parecido a cualquier interés juvenil por la historia que pudiéramos tener en Colombia en la víspera del bicentenario. Las encuestas callejeras con jóvenes dejan revelaciones insólitas, como la del muchacho que hace un mazacote histórico con Colón y Bolívar, creando un Frankenstein íberoneogranadino llamado "Cristóbal Bolívar de Paula Santander". Más allá de que a la encuesta se le haya atravesado un consumado "mamagallista", es evidente que en la generación de MTV la ignorancia reina y que si en algo ha fracasado nuestro pénsum escolar es en enseñar con recordación sobre esa barbarie ancestral que siempre parecemos prestos a repetir.

En el mencionado concurso, que se entendió siempre como una gran convocatoria nacional para repescar textos e inquietudes sumergidas en el mar de la indiferencia general, terminaron participando solamente treinta colombianos, uno de los cuales fue el novel Castro.

Pero por supuesto que este es un joven... "diferente". Siendo un niño, jamás aceptó las convocatorias para jugar baloncesto o fútbol y antes de los nueve años se había leído El diccionario de la historia de Colombia y la Historia de Colombia de Salvat. Ya el virus de la historia le había sido inoculado mucho antes, cuando escuchaba a su abuela narrar los sucesos cotidianos de principios y mediados del siglo XX, en especial una imagen que le quedó grabada para siempre: una hermana de ella, el 9 de abril del 48, huyendo del retrueno capitalino, desplazándose a pie de Bogotá a Zipaquirá.

Se avecina, sin duda, un largo año de polémicas. Algunos de los llamados "Encuentros locales con la historia" han resultado particularmente fogosos, dando lugar a la voz airada de historiadores empíricos que se muestran revisionistas hasta con el brillo del sol. Mucho se discutirá en el 2010 sobre si en efecto la fecha del 20 de julio es importante, si 1819 no es un año más preciso para definir la independencia, o si la Patria Boba fue tal, cuando no un período útil y dinámico de una nación neófita que buscaba a tientas su identidad.

La nueva generación de la historia, tan escasa como airada, se manifestará con voz inconforme, a lo Fabio Castro. Pero de alguna forma el hemisferio no ilustrado del país tendrá que entender que la sangre de 200 años sigue siendo nuestra mayor lección.

Fuente: eltiempo.com

 

PRESUPUESTO RECESIVO

 

Salomón Kalmanovitz

 

El presupuesto aprobado por el Congreso la pasada semana es pro cíclico, lo que significa que profundiza la recesión que postra al país.

La inversión pública pasa de ocupar el 5,9% del PIB en 2009 a sólo 4,5% en 2010, en momentos en que aumenta el desempleo por doquier y existen espantosos faltantes de infraestructura. Sin embargo, los gastos de funcionamiento sí aumentan para un año electoral.

El gasto es entonces escasamente productivo, lo cual es especialmente evidente en el de seguridad, que por primera vez en la historia moderna del país es más alto que el de educación. Mientras seguridad se lleva $21,1 billones (3,92% del PIB que con sueldos de retiro completa un 6% del mismo), el gasto en educación es de $20,6 billones (3,8% del PIB). La universidad pública, en especial las universidades Nacional y la de Antioquia, que son las únicas entidades complejas capaces de generar investigación endógena, que es la más productiva de todas las actividades públicas posibles, terminan siendo estranguladas por una larga política de mantener congeladas las partidas asignadas a la educación superior.

Y no es que el gasto en enfrentar a la insurgencia y garantizar la seguridad ciudadana no sea necesario, sino que parece estar obteniendo rendimientos decrecientes. Es evidente que la seguridad se está deteriorando aceleradamente en todas las ciudades del país, y no sólo en Medellín.

Los supuestos del presupuesto de 2010 son bastante discutibles: la economía crece 2,5% y la tasa de cambio será en promedio $2.365 por dólar. Incluso, el crecimiento que se logre para 2009 estará lejos del crecimiento entre 0,5 y 1,5% supuestos; yo creo que la economía se contraerá 1% este año, porque la tasa de cambio se ha revaluado para martirizar doblemente a los exportadores y receptores de remesas, mientras que colapsa el comercio con Venezuela.

Por otra parte, la Reserva Federal de Estados Unidos no tiene en el horizonte apretar su política monetaria ni el Gobierno Nacional aprobar una reforma tributaria que financie sanamente su déficit para no tener que recurrir al endeudamiento externo o a que Ecopetrol traiga dólares. Ello significa que el peso no se va a devaluar de acuerdo con la fe religiosa del Gobierno. Entre hacienda y la empresa estatal han traído netos ¡US$3.980 millones! entre enero 1 y el 30 de septiembre que han contribuido a envilecer la tasa de cambio.

El rubro más alto de todos es el servicio de la deuda, que se lleva el 27,3% del presupuesto de 2010, lo que empeorará porque crecerá su monto total: de abarcar el 33,3% del PIB en 2008 se proyecta al 38% en 2011. Es así porque el Gobierno no tiene la intención de reducir los desequilibrios que viene generando su alegre política de devolver impuestos y de gastarles a los ricos; proyecta en consecuencia endeudarse más por fuera que por dentro, debilitando la capacidad exportadora del país.

El país va en vía de tornarse en minero: este año el rubro petróleo y minas superará el 50% de sus exportaciones. El Gobierno no repara en hacer concesiones a operadores que evaden descaradamente impuestos y regalías, y que arrasan con el medio ambiente, con tal de que inviertan. Cree que podrá así recostarse en la creciente renta minera. Pareciera que vamos para un destino parecido al de Venezuela, con un régimen dictatorial que no depende de las contribuciones de su burguesía, sino de los precios altos de las materias primas que exporta.

Fuente: el espectador.com

 
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